Las bebidas fermentadas son aquellas que han pasado un proceso de fermentación en el que, microorganismos como bacterias o levaduras transforman los azúcares presentes entre otras cosas, en alcohol. Son un ejemplo: el vino o la cerveza.
Las bebidas destiladas provienen de la destilación de las bebidas previamente fermentadas, por el que tienen una graduación de alcohol más alta. El proceso de destilación consiste en calentar el líquido para evaporar el alcohol; y después enfriar y condensar estos vapores para obtener una bebida con una concentración mayor de alcohol. Son un ejemplo: el whisky, ron, ginebra, etc.
Podemos llegar a pensar que consumir una bebida fermentada, al tener menos graduación, es menos perjudicial para nuestra salud. ¡Pero ojo! A medida que vayamos bebiendo, la concentración aumenta.
Eva Roman, enfermera, nos explica la diferencia de consumir unas u otras, y los riesgos asociados en este Podcast.